Cotilleando por los blogs me he encontrado en Cosas de la diplomacia una interesante campaña contra las bombas racimo. Han hecho una carta tipo para enviar a los diputados de cada grupo que se encargan de estos temas y facilitan sus mails para que las podamos enviar. Os invito a sumaros a esta iniciativa.
Aquí va la carta. Si hay contestación de alguno/a, prometo publicarla también. Veremos...
Aquí va la carta. Si hay contestación de alguno/a, prometo publicarla también. Veremos...
Estimado Sr. / Estimada Sra. [Nombre del diputado],
Le escribo para expresarle mi preocupación por la posición española en el actual proceso de Oslo.
Como sabrá las bombas de racimo suponen un peligro para los civiles en un conflicto bélico debido a su imprecisión y a su amplia dispersión. Esta falta de distinción entre objetivos civiles y militares atenta contra los principios del Derecho Internacional Humanitario. Pero no solo eso sino que las bombas de racimo se convierten, posteriormente, en una suerte de minas antipersona. Mucho más peligrosas que éstas ya que si las minas necesitan ser pisadas para estallar, la submunición de las bombas de racimo pueden activarse de muchas maneras, incluso por el viento. Sin olvidar que, por su forma y color, resultan atractivas para los niños, quienes se han convertido en sus principales víctimas en todo el mundo.
A principios de este año se inició un proceso encabezado por Noruega, el proceso de Oslo, que en su declaración establece como meta la ratificación de un tratado en 2008 para erradicar estas armas que provocan un daño y un sufrimiento desproporcionados. España se ha unido a este proceso pero ya en la reunión que tuvo lugar en Lima durante el mes de mayo pasado ha mostrado reticencias a conseguir un tratado que prohíba todos los tipos de bombas de racimo.
En particular, España ha intentado que se deje fuera del tratado aquellas bombas de racimo cuya submunición tenga un mecanismo de autodestrucción. Esto no parece aceptable. Estos mecanismos fallan. El porcentaje de submunición sin estallar en las bombas de racimo puede llegar a alcanzar el 25%. En los bombardeos de verano de 2006 sobre el Líbano, el ratio de pequeñas bombas sin estallar alcanzó cotas de entre el 30 y 40% según los expertos en desminado de Naciones Unidas en la zona.
Me dirijo a usted, en primer lugar, para conocer su postura, y la de su partido, sobre esta cuestión; en segundo lugar, para instarle a conseguir que España ratifique un tratado a favor de la eliminación total de estas armas. Sin excepciones.
Quedo a la espera de su respuesta.
Atentamente,
Cristina Monge Lasierra
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